Por: Danilo Rojas*
Por
agosto del 2009, tuve la oportunidad de escucharlos en la ciudad de El Alto.
Recuerdo el saludo fraterno con el maestro Willy Claure (a quien tengo gran
cariño y admiración), que tocaba de invitado. Eran 3 jóvenes músicos con una
propuesta y sonido diferentes; brotaba sencillez, humildad y honestidad en sus
palabras hechas música.
Ellos
son Marcelo Arias, Mauricio Canedo y Arpad Debrezceni.
En
octubre 2012 fui a verlos en vivo en un bar del centro de la ciudad de La Paz.
No imaginé que vería lo más impactante de la música urbana boliviana hecha
canción en los últimos años. La calidad interpretativa, el silencio, las voces,
las composiciones, su saber brindar en el escenario ese balance entre amor y
honestidad tan difícil de encontrar en estos tiempos; estaba ahí y sonaba
increíble. Simple y sin parafernalia, sonaba fresco con sólo 2 parlantes de 100
watts cada uno y sin retorno.
Me
acuerdo que felicité al sonidista porque no pensé que con esos 2 parlantes
lograría que sonaran como sonaron. Estaba resfriado y me fui a casa alegre, tan
tranquilo como pensativo. Esa noche hablamos con mi amigo de escenarios, el
maestro Marcelo Peña, y nos dijimos: Tienen que ir al Municipal. Los paceños
tienen que escucharlos, el país debe escucharlos. Su música le haría muy bien a
la gente de a pie.
Su
primer álbum “Cantos y desencantos”, vio la luz en año 2004 y le siguió
"El último refugio"(año 2006); el 2009 editaron su tercer álbum,
¨Apaguen la luz¨, con temas como ¨Gotas¨, ¨Apaguen la luz¨, ¨Venus¨ y ¨Corazón
consigna¨ que representan un disco que intenta buscar lo apropiado, un sonido
insurgente -como dice la letra de la canción más conocida del disco.
A
finales del 2012, aparece ¨Amanecer en menor¨, un disco de despedida y para mí
el mejor. Emotivo -se siente- más audaz en todo, con una muy buena calidad de
interpretación de los músicos; equilibrio perfecto entre música y poesía en la
composición. Ese disco es un blues.
Hay tanto sufrimiento ahí adentro... que conmueve.
Recuerdo
el desaparecido grupo boliviano de fusión progresiva Solsimiente Sur (1978), un
único disco, una leyenda, un solo grupo. Quienes no aprecian el valor histórico
de un disco, difícilmente podrán entender la valía de esta creación en sus
circunstancias. Este grupo sólo dejo un legado (un álbum), que marcó el proceso
de muchos grupos posteriores. Así veo a Quimbando.
Mediante
internet supe que harán un alto en su carrera, y lo lamento mucho. Las cosas
buenas son a veces tan efímeras y cortas. Se despiden en el Municipal, en la
ciudad de La Paz. La alegría que tengo es que puedo escuchar su música sin
importar lo lejos que me encuentre; la pena es no verlos en vivo. Esa suerte la
tienen quienes viven en la ciudad más alta del mundo y podrán asistir a su
único concierto el 5 de abril.
Despertaré
en menor, con la gota de algún sueño que me soñaba (parafraseando los títulos
de 2 canciones de su último disco).
*Danilo Rojas dice ser pianista
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