domingo, 28 de junio de 2009

Fuerza para el Papirri

En una obra literaria los personajes se constituyen desde sus propias acciones y se dividen en dos: Los circulares y los lineales. Ambos importantes. La diferencia radica en sus acciones. El personaje circular es el que tiene la posibilidad de cambiar el rumbo de la historia. Tal como pasa en la realidad, sólo que la realidad es ficticia.

La ciudad de La Paz es uno de esos contextos creados a partir de su propia imaginación: Desde su fundación los hermanos paceños se dieron la manera de formar su propio fondo e imagen. Sus artistas, a diferencia de lo que pasa en la mayoría del país, son cronistas e historiadores de su propia existencia dentro los marcos de su realidad. La ciudad y sus personajes son dos elementos que se alimentan el uno del otro. Por ese motivo La Paz es el centro de la revuelta expresada en su punto más Alto.

Uno de los personajes circulares fundamentales de este siglo es sin duda Manuel Monrroy Chazarreta, más conocido como “el Papirri”. Unos de esos personajes zafados, paceños, sinceros y geniales. Su “Bien le cascaremos” o su “Histórica”, su “Sacudite” o “La cabeza de Zepita” son hermosas historias traducidas al lenguaje de la canción popular.

Se pueden decir muchas cosas del Papirri, pero lo primero que debemos pensar antes de lanzar la primera piedra es que el Papirri está loco. No hablo de un “loco” en sentido peyorativo, sino todo lo contrario: La genialidad de su obra no es fruto de la casualidad es fruto de su locura. Así que quién vaya a hablar mal del Papirri mire a su alrededor, mire cualquier cosa, préstele atención, concéntrese… si luego de unos minutos (u horas) usted ve sólo lo que vio al principio es porque está cuadrado, alejado del concepto de la locura creadora. Siempre se tiende a estar en uno de los dos polos.

Mierda como me ha hecho llorar el Papirri con sus canciones, cómo me ha hecho reír. Cuando escucho todas las mañanas “Sacudite las penas como arvejas de la falda/ si se fue tu amor no interrumpas la batalla/ Planchalo a tu corazón, con chichita bien helada…” ¡mierda! ¡Quién como él! O su humor jodido, nostálgico y bipolar, en contraste con los anteriores versos, cuando dice en su K’usillo en Notinham: “y para no agarrar y darle un seco a los abismos/ y que después estén diciendo que buen chango el fallecido…”

El Manuel es una de las mayores influencias de la música popular boliviana. Quizá, y en una especie de disculpa pública, descuidamos el contacto y nos dejamos de enterar de lo que le sucedía.

-¡Dice que el Papirri se está mal!- nos grita la Chelita Rivero ¡Cómo nos hace asustar carajo! Pero como el ave Fénix renace de sus propias cenizas. El Papirri se está recuperando. ¡No seas así Papirri! “No le des gusto al vecino que está pendiente de tu dolor…” porque “tuvieron que rugir todos los volcanes y los cielos volverse mares…. Todo, todo todo para que nacieras tú”

Creo que me estoy empezando a poner sentimental. No es para menos. Cuando estábamos cantando juntos en el escenario siempre nos mirabas con esos ojos grandes que tienes, ese cabello medio afro y esa sonrisa desenfocada y poníamos nuestro mejor esfuerzo para que tus canciones suenen aún más increíbles.

Ya sé que te han quitado el pucho, la guacataya en la sopita, la grasa de cerdo, el azúcar… pero que no te quiten tu espíritu de personaje circular Papirri.

Te mandamos unos humos expectorantes de la mente y unos queques lights.

Con cariño y respeto.

QUIMBANDO

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